jueves, 27 de agosto de 2015

Miss Maude (relato)

Miss Maude cargado por Jose Ramos
Publicado en París alegre 16 noviembre de 1901

miércoles, 12 de agosto de 2015

La Señorita de Marbeuf (Novela)

La señorita de Marbeuf. Armas de mujer



La Srta. de Marbeuf es la protagonista de la novela homónima de Jean-Louis Dubut de Laforest. Se trata de la historia de una venganza, pero no es una venganza escabrosa ni truculenta, sino dulce y placentera; venganza cuyo brazo ejecutor es una hermosa mujer y el arma elegida el sexo. La hipótesis de partida del autor consiste en que cuando la agraviada es una mujer, ésta, en su deseo de venganza, no es frecuente que haga uso de armas de fuego o armas blancas por temor a fallar en el intento. Además le repugna la visión de la sangre, por lo que recurre a procedimientos más limpios como el veneno, método más sutil y más fácil de suministrar a la víctima, aun cuando, por el contrario, resulta más difícil de conseguir. Pero en nuestro caso, no es un arma al uso ni un veneno. Es sencillamente sexo.
¿Una mujer es capaz de fatigar a un hombre, agotándole hasta el extremo de que esa debilidad desencadene su muerte?
En el siglo XIX muchos estudios médicos mantenían la teoría de que los excesos sexuales provocaban en el individuo una serie de trastornos físicos y psíquicos que solían conducir irremisiblemente a la muerte. La mayoría de estas enfermedades eran pura y simplemente afecciones de transmisión sexual, en especial la sífilis, el llamado mal del siglo XIX por la cantidad de víctimas que provocaba. Nada se sabía de esa enfermedad y por supuesto se ignoraba el tratamiento para su curación. Ante una medicina desconocedora de las causas de aquellos gravessíntomas, éstas solían achacarse al abuso desmedido de las capacidades del cuerpo humano, sobre todo aquellas costumbres licenciosas propias de una época muy libertina e insalubre.
Tan es así, que en la novela que nos ocupa, publicada en 1888, y escrita con una marcada tendencia al sensacionalismo y a lo morboso para atraer a los lectores del periódico donde se publicó por primera vez en folletín, la sexualidad resulta en ocasiones más explícita de lo que estamos acostumbrados a leer en las novelas “convencionales” del siglo XIX. Aunque gracias a un buen dominio del eufemismo era posible disfrazar ciertas delicadas descripciones, transformando lo que podría ser mera y vulgar pornografía en sensualidad poética o poesía sensual.
Para ilustrar con un ejemplo lo dicho anteriormente, veamos como Jean-Louis Dubut de Laforest describe “los encantos” de la Srta de Marbeuf en la imaginación de su primo Gontran, cuando éste se encuentra  en un coche al lado de su prima acercando su cuerpo al de ella en un estado de excitación sexual supremo, tan solo reprimido por la presencia en el vehículo de su madre y su hermana.

Gontran nunca había encontrado a Christiane tan bella, tan deseable, y al contacto de las formas juveniles, al dulce y penetrante calor de los miembros que le huían, imaginó lo que no podía ver, el rosa deslumbrante de los íntimos encantos, las delicadas líneas del torso, la curvatura de los riñones, los salientes, los entrantes, los contornos, hasta la sonriente flor virgen en un bouquet de frondosa vegetación dorada.

Hoy en día, con esta franca y sana costumbre de llamar a las cosas por su nombre, este párrafo sería ciertamente criticado por excesivo barroquismo literario, pero estamos en 1888 y Dubut de Laforest, que ya tenía tras de sí una condena por ultraje a las buenas costumbres por una novela anterior, Le Gaga, debía conducirse con moderación para evitar la intervención de una fiscalía mojigata e intolerante. Así pues, esa descripción está perfectamente justificada al mismo tiempo que no hay que ser un lector hábil para percatarse de inmediato de a lo que se refiere el autor con esos circunloquios.
Haciendo una sucinta síntesis de la trama de la novela, diremos que la protagonista, la señorita de Marbeuf, huérfana virgen e inocente, es arrastrada a la prostitución a raíz del falso testimonio de su primo Gontran, que, despechado por ser rechazado por su prima,  la acusa falsamente de mantener amores ilícitos con un criado.
Dada su elevada condición social, la acusación de Gontran no admite réplica, y la Srta. de Marbeuf se ve abandonada por los suyos y repudiada por su prometido. Christiane de Marbeuf, desesperada, se pierde por las calles de  Paris, donde es víctima de un satiriásico que la desflora en un hotel de mala muerte. Cuando la muerte parece querer llevársela, es recogida de la calle por una prostituta: Marina Paskoff. A partir de ahí, su belleza le abre las puertas de otro tipo de prostitución: la de las amantes mantenidas. Se va a vivir con un estudiante de diplomacia, Marcel de La Bierge, al que abandona por un anciano con dinero, el Sr. Clouard. Su posición económica se hace fuerte y vuelve a ver su primo Gontran. Le hace creer que lo ha perdonado y lo seduce de nuevo con intención de arruinarlo y destruirlo. Cosa que consigue al final de la novela, soportando el asco y la repugnancia de unos besos que Gontran recibe en un alarde de desenfreno continuado.
El sacrificio de la mujer suele ser un aspecto recurrente en la obra de Dubut de Laforest: La Vierge du trottoir, Morphine; Mademoiselle Tantale, Le Gaga, La Crucifiée, Belle-mama… son otros tantos ejemplos de novelas donde la protagonista femenina es mártir de su condición sexual.
La mujer en el siglo XIX carece por completo de entidad jurídica. Las leyes están escritas por y para los hombres, y cualquier intento de legislar de un modo específico para la mujer es objeto de burla. Podría decirse que casi tiene la misma condición que un animal doméstico.
Tanto la filosofía y la literatura imperante en la época están marcadas por una profunda misoginia. Schopenhauer afirma que “la mujer solo tiene la cabeza para llevar el cabello”. Octave Mirbeau considera que la mujer es irresponsable de sus actos, por abyectos que estos sean, comparándola con los animales depredadores que matan por instinto. Maupassant la denomina el sexus sequior al servicio del hombre para gozar de ella y usarla para procrear.
Contra la corriente imperante, Dubut de Larforest es el defensor de la mujer francesa de finales del siglo XIX. Lamentablemente su obra carece de los elementos necesarios para haber alcanzado un grado de consideración más elevado en la historia de la literatura, y en consecuencia su repercusión fue escasa. No obstante, en casi todas sus páginas, se eleva un grito de protesta, una denuncia sobre la condición de la mujer en una sociedad hipócrita que consiente y facilita la conversión de las hijas del pueblo en mujeres dispuestas a venderse para poder salir de la miseria a las que esa misma sociedad las condena.
La prostitución y todo el universo que rodea esa actividad, es el marco donde Dubut de Laforest mueve sus personajes y elabora todo tipo de tramas extraídas de la realidad y con una clara dosis de ficción literaria un tanto exagerada que lo aleja del naturalismo más ortodoxo. Pera esa exageración es necesaria para subrayar su denuncia, para elevar su voz y para defender a un colectivo dejado de la mano de Dios y de los hombres.
La Señorita de Marbeuf se erige en vengadora de todas las mujeres mancilladas y ultrajadas por la prepotencia masculina. Aunque se trata de una venganza que no se disfruta, no en vano el protagonista masculino, Gontran, es consciente de haber sido objeto de una venganza cuando ya está agonizando, y en esa larga y preparada tarea, la señorita de Marbeuf haya dejado por el camino todo su ser, energías y voluptuosidad femenina para acabar sus días en un convento de clausura bajo el nombre de sor María de los Siete Dolores. Sin duda el autor trata de este modo de buscar atenuantes ante sus lectores masculinos, para finalizar con la entrega de la criminal, no a la justicia de los hombres, sino a la justicia divina, donde espera obtener el perdón que no obtendría en ningún otro caso.


José Manuel Ramos González.
Cádiz, agosto 2015

domingo, 7 de junio de 2015

La esposa del diputado

Si alguien se sintiese lo suficientemente audaz para añadir un capítulo a la obra siempre incompleta de la Comedia humana, ese hombre de fe robusta, al igual que temerario, tendría el deber de reservar un lugar de honor a los tipos femeninos que nuestra organización democrática ha hecho despuntar: «La esposa del diputado», «La esposa del Prefecto», «La esposa del Ministro», etc., etc.
LA ESPOSA DEL DIPUTADO
¿Quién era la esposa del diputado antes de ser algo? La esposa de un abogado de octava fila en una de esas buenas plataformas de provincias que los reformadores de la magistratura destruirán una de estas mañanas.
Vivía como buena burguesa en su agujero provinciano, contenta con su suerte… Pero, apareció una aureola… ¡Hela aquí!... el escrutinio ha hablado: se lo esperase o no. Ha sido proclamado el Sr. Durand… Su esposa se había dirigido a la subprefectura para conocer allí el resultado de los despachos. El subprefecto ha querido que la señora del candidato fuese informada la primera, y radiante, completamente orgullosa, ha corrido ante su marido que estaba perorando en un club electoral:
–Durand, hemos sido elegidos!....
Entonces se ha iluminado la fachada del Hotel de la Villa… Unas jovencitas han llevado flores… Se ha interpretado la Marsellesa

¡Elegidos!... La alegría de la esposa no conoce límites. Esta elección es un triunfo suyo obtenido a base de charlas. Pese a estar mal dotada, ha pronunciado bastantes palabras para conquistar los sufragios: realista con estos, roja intensa con los otros, imperialista con aquellos y un poco de todo con los indiferentes.
¡Elegidos!... Esa palabra en París supone una influencia considerable; esa palabra supone una nueva existencia, los honores, las felicitaciones, todo el trajín de la vida parlamentaria.

***

La buena Sra. de Durand ha llegado a la capital; ha llegado embriagada por el éxito; y hete aquí que ese gran diablo de París, que ve tantas y tan honorables mujeres, no le ha prestado ninguna atención.
Los salones han permanecido cerrados: las visitas han sido escasas. Apenas, de vez en cuando, en la bruma de un día de lluvia, la dama ha recibido algunas invitaciones oficiales, y aún allí, en el mundo de los ministerios, se la ha tratado como una extraña, y la pobrecilla ha sentido nauseas y pesar: se la había invitado para hacer bulto.
Y dulcemente, esta burguesa de Francia, que en su distrito electoral se levantaba al amanecer, usaba sus viejas faldas por la mañana y cuidaba su ajuar, ha sentido como una metamorfosis de su ser. En el fondo añora las alegrías pasadas, la serena calma del pequeño pueblo: ha vuelto a ver como en un espejo la casa de la calle del Carro de oro, la casa blanca con contraventanas verdes, con su jardín de senderos rectos, el despacho de su marido, el célebre Sr. Durand; ha vuelto a ver los clientes que, los días de mercado, venían a llenar la cocina con regalos destinados al bufete de Freneuil-les-Aulnes: aquí un par de pollos, aquí, un lucio de río, aquí una cesta de uvas…
Pero, la señora del diputado ha querido ser una esposa viril, y ha olvidado las nieves de antaño; a veces incluso ha olvidado rogar al buen Dios. La indiferencia de la gran ciudad ha agriado su carácter: es una mujer vengativa.

domingo, 12 de abril de 2015

Jean-Louis Dubut de Laforest: un écrivain populaire

     Así se titula el último libro publicado en Francia sobre Dubut de Laforest. Tesis doctoral del profesor François Salaün, del que ya hemos traducido y publicado en este blog algún artículo.
     En este caso, será el propio autor quién nos explique el contenido de su obra:

     El objetivo de mi tesis es mostrar la enorme originalidad de la obra de Jean-Louis Dubut de Laforest y de hacer accesibles al lector contemporáneo sus orientaciones ideológicas y sus elecciones estéticas. La pertenencia de sus novelas a una literatura llamada «popular» se explica por la supremacía que estas conceden a la acción y sobre todo por las modalidades de su difusión: un gran número de ellas, de entrada, fueron publicadas bajo la forma de novelas-folletín en la prensa de gran tirada de su época. Sin embargo, cada una de sus creaciones está profundamente vinculada a un entorno histórico que el autor refleja, comenta y sobre el que trata de desarrollar la invención narrativa, en virtud de una ambición social varias veces expresada. Una parte de mi trabajo consiste igualmente e poner de relieve el contexto social y político entre 1880 y 1902, periodo en el que las novelas fueron redactadas, apoyándome esencialmente en los trabajos de los historiadores. Después de una detallada presentación de algunos de los ochenta volúmenes que componen la obra de Jean-Louis Dubut de Laforest, se trata pues de estudiarla en su globalidad, dando prioridad a unos ejes temáticos cuyas elecciones por parte del autor son particularmente sensibles. Los motivos estudiados en la segunda parte dan su título a los diferentes capítulos: la condición femenina, la prostitución, la homosexualidad, el antisemitismo, la prensa, las relaciones entre ciencia y religión, la acción política, los sindicatos y las mutuas, el anarquismo y la utopía, y el recuerdo de la guerra de 1870. El último capítulo contempla la recepción de esta obra monumental y el estatus del lector en el conjunto de las novelas.
F.S.
     Sinopsis de la editorial:
     Entre los años 1880 y 1890, Dubut de Laforest se sitúa entre los escritores más famosos de su generación. Sus novelas son publicadas en los periódicos más prestigiosos, conocen numerosas reediciones y son traducidas en diversas lenguas. Destaca un título en particular: Le Gaga, que da lugar un un escandaloso proceso en 1886, concluyendo en la condena de su autor por "ultraje a las buenas costumbres". Escritor popular, publicó unas ochenta obras y, con treinta y siete volúmenes, la serie de Los Últimos Escándalos de París, alcanza dimensiones raramente constatadas en la historia de la literatura.
     Este libro invita a redescubrir al formidable novelista adoptando el punto de vista de la situación de enunciación de sus creaciones literarias. Su objetivo es ofrecer un análisis de su imponente obra, prestando una gran atención al propio autor y a su entorno social y cultural.


     Ficha: SALAÜN, François. Jean-Louis Dubut de Laforest. Un écrivain populaire. Éditions Universitaires de Dijon. Collection Ecritures. Dijon, 2015. ISBN: 978-2-36441-123-4.



domingo, 4 de enero de 2015

Vientre de plata (relato)

Aquí os dejo un relato de Dubut de Laforest, publicado en la revista catalana "París alegre", el 16 de diciembre de 1901. Este cuento, publicado por primera vez en el periódico parisino "Gil Blas", el 2 de junio de 1886, está dedicado por el autor a Guy de Maupassant.

Vientre de plata incorporado por Jose Ramos

Publicado en París alegre el 16 de diciembre de 1901.

Ver otra traducción del cuento en formato pdf